Título:
Canciones de la gran deriva
Autor:
Vicente Muñoz Álvarez
Editorial: Origami, 2012
Publicada por la editorial Origami, Canciones de la gran deriva se nos presenta como una reedición,
aumentada (con trece nuevos poemas) y revisada, de lo que fue el primer
poemario de Vicente Muñoz Álvarez. El prólogo corre a cargo de David González,
y detrás de la portada está la mano de Julia D. Velázquez.
Quizás la deriva
que detalló nuestro autor leonés hace ya trece años sea la que nos ha dejado
aquí, varados en este Miedo y asco
(que diría Hunter S. Thompson) donde las causas devinieron en estos efectos que
provocan que un ser humano salte desde
la ventana de su casa mientras la ferocidad del Sistema toma la puerta. Y por
eso, por la incuestionable vigencia y calidad de estos versos, además del deseo de muchos de los nuevos
lectores de Vicente por hacerse con un ejemplar, la reedición está más que
justificada.
Al navegar por los poemas de Canciones de la gran deriva nos encontramos ante una poética ágil,
condensada y eficaz. Es la poesía de un autor que no vive ajeno a su mundo, a
los problemas e inquietudes de una vida que golpea y deja varados a los
tripulantes porque el capitán dejó que su barco encallase. Los versos de
Vicente son nuestros versos, nuestros problemas, nuestras inquietudes flotando
en un tablón ante la inmensidad del frío del mar que nos rodea ahora.
A grandes rasgos,
diré que la poesía de Vicente es una denuncia
de la escasa calidad de nuestra ingeniería social. No debemos olvidar que tan
solo somos seres humanos al servicio de una de sus herramientas (por ejemplo,
podemos hablar de dinero). Por todo ello, ahora podemos confesar que Canciones de la gran deriva no es un
balcón desde el que otear un maravilloso paisaje vacacional, sino un dedo de
señala y un grito donde el autor exige el aire fresco y denuncia la atmósfera
ácida. Canciones de la gran deriva es
todo lo que hay dentro de cada gramo de esa verdad, esa incómoda verdad que,
desplegada por la orografía de nuestras manos de compulsivos lectores, nos hará
un poquito más conscientes de la violencia que ejerce, sobre nosotros, nuestro
mundo; un mundo que también tiene una carretera por la que transita un abogado
que prefirió soñar su sueño que pasear su mansedumbre por el aro, un aro que
estaba ardiendo gracias a la grasa de nuestros cadáveres. Tal vez estemos
delante del camino. Al fin y al cabo, como proclama el autor al final de este
poemario, Mejor morir luchando /
que vivir siempre perdiendo.
Donde
empieza el propio camino
Uno se cansa
de esperar
de auto
inmolarse
de aguardar
siempre
el mañana
y termina
dejando
fluir el tiempo
mansamente
en su interior.
Ese el lugar
donde se
recupera
al fin la calma
donde empieza
el propio
camino.
Más sobre el autor:
Vicente Muñoz
Álvarez ha publicado los siguientes poemarios: Canciones de la gran deriva,
38 Poemash, Privado, Estación del frío, Parnaso en
llamas, Canciones de la gran deriva (reedición), y acaba de publicar su
último poemario, Animales perdidos, 83
poemas inéditos, con prólogo de José Ángel Barrueco e ilustraciones a cargo de
Julia D.Velázquez
En prosa, ha publicado: Monstruos y
Prodigios (Premio Letras Jóvenes Castilla- León, 1995), El pueblo oscuro,
Perro de la lluvia, Los que vienen detrás, El merodeador, Marginales,
Mi vida en la penumbra. Además, es el autor del ensayo: El tiempo de
los asesinos, y de Cult Movies: Películas para llevarse al Infierno.