miércoles, 23 de enero de 2013

Canciones de la gran deriva



Título: Canciones de la gran deriva
Autor: Vicente Muñoz Álvarez
Editorial: Origami, 2012

Publicada por la editorial Origami, Canciones de la gran deriva se nos presenta como una reedición, aumentada (con trece nuevos poemas) y revisada, de lo que fue el primer poemario de Vicente Muñoz Álvarez. El prólogo corre a cargo de David González, y detrás de la portada está la mano de Julia D. Velázquez.
     Quizás la deriva que detalló nuestro autor leonés hace ya trece años sea la que nos ha dejado aquí, varados en este Miedo y asco (que diría Hunter S. Thompson) donde las causas devinieron en estos efectos que provocan que un ser humano  salte desde la ventana de su casa mientras la ferocidad del Sistema toma la puerta. Y por eso, por la incuestionable vigencia y calidad de estos versos,  además del deseo de muchos de los nuevos lectores de Vicente por hacerse con un ejemplar, la reedición está más que justificada.
     Al navegar por  los poemas de Canciones de la gran deriva nos encontramos ante una poética ágil, condensada y eficaz. Es la poesía de un autor que no vive ajeno a su mundo, a los problemas e inquietudes de una vida que golpea y deja varados a los tripulantes porque el capitán dejó que su barco encallase. Los versos de Vicente son nuestros versos, nuestros problemas, nuestras inquietudes flotando en un tablón ante la inmensidad del frío del mar que nos rodea ahora.
     A grandes rasgos, diré que  la poesía de Vicente es una denuncia de la escasa calidad de nuestra ingeniería social. No debemos olvidar que tan solo somos seres humanos al servicio de una de sus herramientas (por ejemplo, podemos hablar de dinero). Por todo ello, ahora podemos confesar que Canciones de la gran deriva no es un balcón desde el que otear un maravilloso paisaje vacacional, sino un dedo de señala y un grito donde el autor exige el aire fresco y denuncia la atmósfera ácida. Canciones de la gran deriva es todo lo que hay dentro de cada gramo de esa verdad, esa incómoda verdad que, desplegada por la orografía de nuestras manos de compulsivos lectores, nos hará un poquito más conscientes de la violencia que ejerce, sobre nosotros, nuestro mundo; un mundo que también tiene una carretera por la que transita un abogado que prefirió soñar su sueño que pasear su mansedumbre por el aro, un aro que estaba ardiendo gracias a la grasa de nuestros cadáveres. Tal vez estemos delante del camino. Al fin y al cabo, como proclama el autor al final de este poemario, Mejor morir luchando / que vivir siempre perdiendo.


Donde empieza el propio camino

Uno se cansa
de esperar
de auto inmolarse
de aguardar siempre
el mañana

y termina dejando
fluir el tiempo
mansamente
en su interior.

Ese el lugar
donde se recupera
al fin la calma

donde empieza
el propio camino.


Más sobre el autor:
Vicente Muñoz Álvarez ha publicado los siguientes poemarios: Canciones de la gran deriva, 38 Poemash, Privado, Estación del frío, Parnaso en llamas, Canciones de la gran deriva (reedición), y acaba de publicar su último poemario, Animales perdidos, 83 poemas inéditos, con prólogo de José Ángel Barrueco e ilustraciones a cargo de Julia D.Velázquez
     En prosa, ha publicado: Monstruos y Prodigios (Premio Letras Jóvenes Castilla- León, 1995), El pueblo oscuro, Perro de la lluvia, Los que vienen detrás, El merodeador, Marginales, Mi vida en la penumbra. Además, es el autor del ensayo: El tiempo de los asesinos, y de Cult Movies: Películas para llevarse al Infierno.

martes, 22 de enero de 2013





Difícil barco para navegar hoy
Difícil mezcla para el pincel de esta tarde...,

y lo crepuscular
y lo exiguo
y lo a duras penas
de este momento
intenta hundirse
en la ruina de estas cornisas,
precipitarse desde estos huesos
hasta los húmedos cimientos
que ya no pueden con nada.