viernes, 13 de mayo de 2011

La enfermedad del lado izquierdo.


En la web de la editorial Eutelequia ya está disponible el último libro de Esteban Gutiérrez Gómez. Lo presentará el 17 de mayo, a las 20:30h, en la librería Tipos Infames (libros y vinos), Calle San Joaquín nº3, Madrid. Esteban estará flanqueado por los escritores Gsús Bonilla y Mario Crespo, además de por la editora Clea Moreno.

Os dejo con un pequeño aperitivo de la novela y unas palabrejas de Patxi irurzun:

"Estaba equivocado, ahora lo sé. Ahora, cuando soy consciente, y un temor aún más infundado, pero más horrible, me dice que he tenido suerte, mucha suerte, porque en ese mismo lado izquierdo de nuestro cuerpo, allí, está el corazón. Y todo lo que tiene que ver con el corazón es definitivo."

El destino no está escrito. No al menos en un cuaderno de hule azul. Y no, desde luego, por otra persona. La enfermedad del lado izquierdo es la historia de un hombre que se rebela contra una vida cuadriculada y paralizante; contra las absurdas normas domésticas que anota su mujer en ese cuaderno (cuándo debe ducharse, cuándo hacer el amor...); contra un trabajo estresante y deshumanizado; en definitiva, contra una existencia que poco a poco enferma la parte del cuerpo en la que se aloja el corazón. Como los viejos marinos que alargaban la línea de la vida acuchillándose la palma de la mano, el protagonista decide trazar él mismo su destino, dar una nueva oportunidad al amor, encontrar las respuestas en el viento, entre otros náufragos del materialismo y la prisa. Una novela con reminiscencias beats, que recupera el espíritu hippie despojándolo de complejos gracias a la fina ironía con que es narrada. Una gran metáfora en forma de flor salvaje.
Patxi Irurzun



lunes, 9 de mayo de 2011

LA ÚLTIMA FILA DE LA CLASE




Uno no puede escapar

jamás

de las últimas filas de la clase

y por más empeño

que se le ponga,

el barullo de las largas colas se empeña en tomar posiciones, en descoyuntarse para luego volver al sitio, por encima, en la lid, con los mástiles amenazadores para después desplegar las velas en dirección a una nueva campaña bélica. Y luego están los regueros, tal vez legiones de desesperados, los vencidos, los que como yo, nunca asimilaron que son constantemente lapidados por la gloria

de los espabilados,

de los que hacían la pregunta oportuna,

los que no incomodaban,

los que reían las gracias,

los que siempre caen bien

a los que ponen nota.