Somos aleccionados con tal fin
desde la más tierna infancia.
Por ello
se diría que nuestros
impulsos
están plenamente estudiados...,
asociados a algo predecible.
Somos aleccionados con tal fin
y se diría que no somos
animales peligrosos
sino adocenadas y calamitosas
vidas
que llegado el caso
no opondrán resistencia
en el punto adecuado.
Somos llevados al paredón
con tal fin.
Al parecer
nunca no nos ha dado por buscar
en la ley de la palanca.