CANTO CLXXVIII
Hay encanto en los bosques apartados,
Hay un éxtasis en las playas solitarias,
Hay sociedad donde nadie turba
las aguas profundas, y la música gime:
No dejo de amar al hombre, pero más amo la naturaleza
desde esos encuentros, en los que me embarga
todo lo que puedo ser, o pude haber sido
para fundirme con el Universo, y sentir
lo que nunca puedo expresar, ni tampoco disimular.
Extraído de Las peregrinaciones de Childe-Harold (Canto IV)