lunes, 9 de mayo de 2011

LA ÚLTIMA FILA DE LA CLASE




Uno no puede escapar

jamás

de las últimas filas de la clase

y por más empeño

que se le ponga,

el barullo de las largas colas se empeña en tomar posiciones, en descoyuntarse para luego volver al sitio, por encima, en la lid, con los mástiles amenazadores para después desplegar las velas en dirección a una nueva campaña bélica. Y luego están los regueros, tal vez legiones de desesperados, los vencidos, los que como yo, nunca asimilaron que son constantemente lapidados por la gloria

de los espabilados,

de los que hacían la pregunta oportuna,

los que no incomodaban,

los que reían las gracias,

los que siempre caen bien

a los que ponen nota.