Abrimos paso, entre las estalactitas de este simpático día, con tres poemas de un crack, o lo que es lo mismo: Ángel Rodríguez, más comúnmente conocido como "El voltios". Despegaremos con tres poemas de su propia cosecha. Desgarradoras notas de realidad para un mundo cada vez más cercano a la ficción. Siempre hay esperanza para la poesía. Aún queda gente que lucha.
Gracias Voltios, por darnos hospedaje con la que está cayendo.
TAPIAS
si queríamos
trepar la tapia
sin anotar
ninguna baja
en el parte de guerra
debíamos proteger
las manos
con algún tipo
de artilugio
que evitase
los cortes
de los cristales
amarillo litrona
encargados
de castigar
a cualquier osado
que en época alta
de verano
quisiese hacerse
con un litro de refresco
los puñales de cristal
relucían con el sol
pero a nuestra expedición
el Chichas
Juanito
y yo
nos importaba una mierda
salir lesionados
con tal de lograr el trofeo
colarnos
en una fábrica de refrescos
de tercera división
para bebernos
toda la cola
el limón
o la naranja
que fuésemos capaces
en realidad
aquellos brevajes
parecían
bicarbonato sódico
pero era la única manera
de apaciguar la sed
aquel agosto del 92
ante el desempleo
de nuestros padres
y la escasez de recursos
de nuestras madres
NOVATADAS
el primer día de instituto
fue un jodido calvario
desde el momento
que amaneció
no creas
que ese verano
sirvió mucho para olvidarme
de todas las historias
que corrían
sobre las novatadas
de los mayores
a los pardillos
a mi
sólo me hicieron
el buceador
meterme la cabeza
en la taza del váter
y tirar un par de veces
de la cadena
para salir
a flote
boqueando
no me quejo
a otros
les hicieron el ariete
y la dirección del centro
tuvo que rascarse el bolsillo
en cambiar
un buen puñado de azulejos
rotos
en las paredes de los baños
EN PROCESIÓN
se escurrían
en los bancos
hasta golpearse
el pecho con la barbilla
totalmente dormidos
y digo se escurrían
en pasado
porque el cura
el pastor del rebaño
un buen día
se le plantó
en los santísimos
echarlos a la puta calle
cuando fuera
el frío azotaba
con su látigo
a todos los atrevidos
así
todos y cada uno de ellos
YONQUIS
sin techo
desfilaban
en procesión
bien temprano
intentando no dormirse
por la posible hipotermia
y calzándose
un cartón de tinto
para matar ronquidos
mientras dentro
a las ocho
el párroco
invitaba
a los que él consideraba
sus feligreses
a la comunión
del pan y el vino