Nuevamente he vuelto a hacer de las mías y le he robado a Javi Belinchón otro de sus estupendos poemas. Le estoy cogiendo el gusto al hurto-bloguero; sobre todo cuando uno se aburre tanto de ese toque de egocentrismo que supone tener un blog donde lo primero que ves es tu cara expresando la angustia que genera un-mundo-tan-grande-y-gordo frente a los cincuenta y pico mil gramos de materia que he conseguido acaparar durante toda una vida dedicada a la evasión. Soy una fuga que hurta, Javi. I'm sorry. Y aquí El poema de hoy, que repito, no es mío, sino del anteriormente reseñado portento.
[Sin título]
La mano que sostiene con firmeza
la revolución, un día,
comienza a temblar,
tiemblan también las piernas y se empañan
los ojos, late
más des-pa-cio
el corazón, se revuelven
las tripas (sabes que es verdad)
y la boca sólo bosteza
poco después, el sueño
cae
al suelo:
la revolución queda en rebelión
y, luego, poco después, en
nada
alegamos, entonces:
las piernas dicen no,
los ojos dicen no,
las tripas dicen no,
el corazón y la boca dicen no,
la mano, la mano dice no
no podemos hacer nada
decimos: ¿no lo veis? no podemos hacer nada
es fácil poner excusas
olvidar
preferimos olvidar,
por comodidad o por miedo,
que, a pesar de todo,
nos queda
la otra mano viva
la revolución, un día,
comienza a temblar,
tiemblan también las piernas y se empañan
los ojos, late
más des-pa-cio
el corazón, se revuelven
las tripas (sabes que es verdad)
y la boca sólo bosteza
poco después, el sueño
cae
al suelo:
la revolución queda en rebelión
y, luego, poco después, en
nada
alegamos, entonces:
las piernas dicen no,
los ojos dicen no,
las tripas dicen no,
el corazón y la boca dicen no,
la mano, la mano dice no
no podemos hacer nada
decimos: ¿no lo veis? no podemos hacer nada
es fácil poner excusas
olvidar
preferimos olvidar,
por comodidad o por miedo,
que, a pesar de todo,
nos queda
la otra mano viva