Mea culpa. Lo sé. Resulta que en cierta ocasión estaba montado en el AVE y una guapa azafata me regaló un libro. Yo estaba leyendo otro que se llamaba Johanes Climacus, o de todo hay de dudar, de Søren Kierkegaard. Pues bien, resulta que el libro que me regalaron se llamaba Cuentos de fútbol 2, y yo no es que sea cerrado de mollera, pero para las cosas de las pelotitas y los deportes en general, quizás sí que lo sea. Consideré no menos que una ofensa que molestasen mi agradable lectura con algo que tuviese que ver con las proezas del apasionante (entre comillas) mundo del fútbol. Total, que tuve a bien desposeerme del citado libro sin siquiera echarle un vistazo para poder juzgarlo objetivamente.
Poco después me enteré que Cuentos de fútbol 2, contaba con la presencia mi gran amigo Patxi Irurzun y su atrayente e inmisericorde literatura. Me sentí fatal. No sé si en su narración revelaría algo interesante del dichoso deporte, pero estaba claro que había perdido la ocasión de enterarme. Y todo por los prejuicios.
Así que, espero que esto sirva de precedente para todos aquellos que alguna vez pensaron que la portada de un libro era motivo más que suficiente para comprarlo o no comprarlo.
Y aunque esto parezca extraño, más o menos os estoy recomendando un libro de fútbol que yo nunca leeré debido a mi particular guerra contra este deporte. Es raro, no tengo ningún argumento para hacerlo..., pero también creo que es gracioso. Y por otra parte sé que cada uno hará lo que le de la real gana. Como siempre.
Gracias, lector, por tu pérdida de tiempo.