miércoles, 26 de mayo de 2010

Tanta sofisticación



A esta parte de la puerta

en estos desconchados

que dejan entrever

lo que hubo

la arqueología de lo que hubo

muchachos, a esta parte de la puerta

no sirve de nada.

Muchachos, a esta parte de la puerta

nada sirve para nada.

Es la soledad

-lo solo-

del cuerpo desnudo

derruido, famélico

gris:

pensando en toda esta locura, en esta patética puesta en escena. ¿Sabéis? Pienso que no estamos siendo del todo sinceros; que hemos decorado esto con tanta sofisticación que hoy he tenido que vomitar. Mi estómago no ha podido aguantarlo.

Y en la calle todos piensan.

Todos conciben animales domésticos

fragancias

largas colas destinadas infranqueablemente

a los diversos muros de las lamentaciones.

Y en las esquinas o en las rotondas

cobran 20 ó 30€.

Entra todo, ya sabes: TODO.

Pero detrás de esta puerta

cuando se apaga la última luz

siempre está uno solo

con la inutilidad de su herramienta.


Piensa, lector, que no eres tan necesario.