A esta parte de la puerta
en estos desconchados
que dejan entrever
lo que hubo
la arqueología de lo que hubo
muchachos, a esta parte de la puerta
no sirve de nada.
Muchachos, a esta parte de la puerta
nada sirve para nada.
Es la soledad
-lo solo-
del cuerpo desnudo
derruido, famélico
gris:
pensando en toda esta locura, en esta patética puesta en escena. ¿Sabéis? Pienso que no estamos siendo del todo sinceros; que hemos decorado esto con tanta sofisticación que hoy he tenido que vomitar. Mi estómago no ha podido aguantarlo.
Y en la calle todos piensan.
Todos conciben animales domésticos
fragancias
largas colas destinadas infranqueablemente
a los diversos muros de las lamentaciones.
Y en las esquinas o en las rotondas
cobran 20 ó 30€.
Entra todo, ya sabes: TODO.
Pero detrás de esta puerta
cuando se apaga la última luz
siempre está uno solo
con la inutilidad de su herramienta.
Piensa, lector, que no eres tan necesario.