viernes, 25 de marzo de 2011

UN RELATO PARA HOY


DICES QUE ES ALGO VULGAR

¿Dices que esto no es una buena herramienta y que es algo vulgar? ¿Acaso propugnas una especie de, llamémosle…, ciego ejercicio de sinrazón por el cual sabes perfectamente que esto de aquí es gordo y versátil, tan gordo y versátil que podría taladrar y percutir en la pared, o en cualquier otra parte, y sin embargo lo niegas del mismo modo que negaste que habías robado el paquete de pilas en aquella superficie comercial y luego yo tuve que arrearle tres puñetazos al chico de seguridad y posteriormente decidimos salir pitando y por el camino seguías empeñada en que tú no habías robado nada a pesar de que en el lance de nuestra huida salieron disparados de tus bolsillos tres o cuatro paquetes de pilas, y los mismos caían al suelo como si fueran bombas y todo el mundo que nos cruzábamos por la calle ponía cara de “esta ladrona y su compinche” y abrían la boca en una “o” en la que cabría la última edición de la ortografía española? Oh, no, Dios Santo, no niegues de esa manera…

Quiero que mires, mejor dicho, que te enamores de estas líneas zigzagueantes que te señalo. A menudo, la gente inculta, dice que las venas son feas, que afean el producto que yo ahora trato de venderte. Yo soy un buen, ¿cómo se dice?, bueno, que soy un vendedor de los mejores, y no porque quiera endilgártela, que también quiero, no voy a negar que esa general desaprobación-a-lo-venístico-dorsal-superficial-del-cacharro ha hecho mucho daño al conjunto de este epígrafe sexual, virado a la diestra, que apenas coge en esta mano, mucho menos en la tuya, tal vez tu boca nunca pudiera articular la palabra “zanahoria” si estuviera aquí enganchada. Admira este tótem. Idolátralo. Ríndele pleitesía a la vieja usanza. Ahora sumérgete en su fisonomía como si fueses una adolescente ávida de progreso, o algo por el estilo. Quiero que sitúes la pesa de la olla sobre esta superficie hiniesta. No cede, ¿a que no? Nunca cede. Añade tu pecho derecho, no, el izquierdo, siempre se me dio mal calcular cuál es la derecha o la izquierda de otra persona cuando está arrodillada delante de mí…, añádelo, ¿ves? Sigue ahí. Nótese que apenas sufre nada y que aún podría destrozar una nuez de un buen porrazo. Es como si fuera inmortal. Subsidiariamente, deseo que extraigas el muñeco de nieve de porcelana que está en el árbol navideño, y que ha logrado que el ramaje de plástico del mismo ceda, y que lo cuelgues aquí. Estamos yendo poco a poco, para experimentar. Aún no hemos terminado. ¿Sabes en lo que estoy pensando? Pienso que tal vez me duela un poco, pero no tiene la menor importancia. Seguramente me duela de amarte así, de esta manera, fuera de mí mismo. Y sí, he de reconocerlo, esta herramienta también me ha poseído a mí como ente mismo. Intuyo que ese brillo en tus ojos indica que ya te has enamorado de esta parte de mi cuerpo y ahora quieres desplegar tu lengua sobre toda su superficie. Pues bien, creo que es una mala idea porque ese timbre que está sonando ahora mismo, en este preciso instante, es la respuesta de tus padres a la llamada que les hice esta mañana, invitándoles a comer con nosotros. Creo que urge vestirse con una rapidez desmesurada. No sé si tus padres verían con buenos ojos que su hija estuviera enganchada al tótem, diciéndole sí a todo, una y otra vez, hasta el fin de los tiempos.

Inédito (2010)